Este fin de semana nos ha dejado Julián Díaz Mier, el último sarruján de Carmona, cabuérnigo y camargués, hábil artesano, escritor de trovas inspiradas en la naturaleza y el pastoreo, apreciado y querido vecino de Maliaño, gran colaborador de nuestro Medio. Por encima de todo, un hombre bueno. Sencillo. Humilde. Sabio. Poseedor de una memoria privilegiada poblada de recuerdos que compartía orgulloso con quien quisiera escuchar.
Reconocido en vida por su inestimable y valiosa aportación a la tradición oral y a la defensa de nuestra cultura. 'Pueblo que olvida de donde viene, está condenado a morir', solía decir.
Entre los varios reconocimientos oficiales recibidos figura el nombramiento de 'Artesano Mayor' por parte de la Asociación cultural 'la Acera' de Maliaño, o el cálido homenaje del que fue objeto por parte de la Biblioteca municipal y el Ayuntamiento hace unos meses.
Una gran pérdida para la familia, amigos y para todos los que hemos tenido la suerte de conocerle, y al que podemos ver en la FOTO de portada de esta noticia, de archivo, durante una entrevista en nuestros antiguos estudios de Radio. Con su particular vara y sus albarcas carmoniegas. Así ataviado, le gustaría que le recordemos. Una charla, por cierto, que en breve recuperaremos y alojaremos en la sección de 'podcast' de nuestra WEB como recuerdo, en su memoria.
Ahí, en Carmona, en el barrio San Pedro de esta hermosa aldea cabuérniga, había nacido en 1924, hijo, nieto, bisnieto de pastores de alta montaña, sarruján y ayudante de pastores también él en su infancia y juventud,
Aquí, en Maliaño, pasó a afincarse hace casi 65 años. Municipio en el que -como nos comentó más de una vez- 'encontré el sitio ideal para vivir, ver crecer la familia y quedarme hasta que Dios decida'
Descansa en paz.
ENTREVISTA REALIZADA POR JULIO MORAL A JULIÁN DÍAZ MIER HACE UNOS AÑOS, EN LA QUE REPASA SU VIDA Y SUS VIVENCIAS (DISPONIBLE POR TIEMPO LIMITADO):
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JULIÁN DÍAZ MIER. ENTRE EL CAMPO Y LA CIUDAD. UNA VIDA PLENA.
La vida de Julián -en su primera mitad- nos traslada a una Cantabria rural y ganadera de los valles altos de interior que ya no existe, a un patrimonio etnográfico e inmaterial de gran valor histórico y cultural que Julián se propuso defender y proteger "de la que única manera que puedo a mi edad" -nos decía en una entrevista hace unos años, superados con crece los 90- "viéndome aún con fuerzas, y con la salud y el ánimo aún sin dar síntomas fallo o agotamiento'
¿Y cómo? Pues contando y escribiendo lo que ha visto y vivido en primera persona para quien quiera escuchar, o leer. Para él defender y proteger el patrimonio heredado fue -por encima de todo- una cuestión de supervivencia porque 'todo pueblo que olvida su historia, es un pueblo condenado a morir', comentaba.
La memoria de Julián es un libro abierto 'de par en par' que guarda con fidelidad fotográfica pasajes y recuerdos de toda una vida. Una vida que comienza en el barrio cabuérnigo de San Pedro en Carmona con su nacimiento en 1924 (aunque el día exacto lo desconoce, porque cuando su padre pudo bajar de la montaña para llevar al bebé al Registro civil, habían pasado varios meses, y la fecha se desconocía) y llega hasta Camargo donde llevaba afincado casi 65 años.
Años estos últimos en los que -tras jubilarse en la Standard- ha vivido entregado a la familia y a la artesanía de la madera, una habilidad innata en él que le ha permitido ir creando un pequeño museo de objetos y esculturas de todo tipo en su vivienda de Maliaño.
No olvidemos que las gentes de Carmona y Cabuérniga se han venido caracterizando desde tiempos ancestrales por heredar una especie de 'gen' o 'don innato' para el trabajo artesano y de la madera, como necesidad que generación tras generación acabó por tornarse virtud y arte... 'Pero...como todo...se ha ido perdiendo, y ya no es necesario que tengas que fabricarte las albarcas, los escarpines, las hebillas para las vacas... porque lo puedes comprar, o simplemente no necesitar', subrayaba Julián.
La primera mitad de su vida de Julián simboliza una Cantabria que conocemos por testimonios orales, viejos objetos hace años retirados de uso y circulación, si acaso, alguna foto en blanco y negro.
Una Cantabria, especialmente la de las altas brañas y pastizales de la montaña cabuérniga y purriega, donde hombre y pastor no contaban con más compañía que la del ganado que cuidaban y la naturaleza que les rodeaba.
Una Cantabria sin móviles, ni conexión a internet, de embarradas camberas y caminos carreteros, sin electricidad ni sofisticadas tecnologías y en la que -a modo de silbo gomero- los pastores se comunicaban entre sí silbando... Pero no como los de la Isla de la Gomera, decía Julián: 'lo nuestro no reproducía tantas palabras, como ellos son capaces de hacer a través de los silbidos, sino que servía para reflejar unas pocas situaciones del día a día en la montaña, y sólo a través de la melodía. Sólo con la entonación y la musicalidad del silbido podíamos contestar: <<Estoy Bien>> a la pregunta de <<¿Cómo Estás?>>"
Una vida que abandonó y cambió por la ciudad, para terminar en Maliaño tras pasar por otras localidades cántabras, como Suesa. Y aquí llevaba más de 60 años, donde siempre se ha sentido un camargués más.
Tras trabajar en unos Talleres acabaría jubilándose antes de los 60 años en la Standard.
'Se me ofreció la jubilación anticipada, y acepté sin dudarlo, llevaba desde niño trabajando para un Amo y se me planteó poder ser dueño de mi tiempo y de mi destino, y dedicárselo a la familia, a los vecinos, a los amigos, a los paseos, a la artesanía de la madera, qué más podía pedir', reconoce Julián.
Julián era un 'experto conocedor' de las vacas tudancas, con las que se crió como sarruján ayudando a cuidar rebaños con su padre en los pastos altos de Sejos, porque 'todo pastor tenía que tener un pinche o sarruján, por si le pasaba algo o tenía un percance'
Una raza, ésta de las tudancas, por la que sentía predilección y un cariño especial.
De hecho se felicitaba por el hecho de que haya podido sobrevivir aunque sea por subvenciones y ayudas públicas, dado que no es una raza económicamente rentable...
'Da poca leche, pero de más calidad, y tampoco para la industria cárnica sirve... pero son las más listas de todas' -decía Julián- 'No saben leer pero saben contar, cuando llega el día que toca bajar de los puertos, lo saben sin que nadie diga o haga nada, y se ponen en movimiento. Su instinto es increíble, su astucia natural... si pudieran hablar nos recordarían lo tontos que somos a veces', afirmaba convencido nuestro protagonista.
Díaz Mier participó durante años en la famosa 'Pasá de ganado tudanco de Carmona' y en las celebradas de similar naturaleza en Santander, como personaje invitado.
De hecho para la primera escribió unas coplas y estrofas que recitó en nuestra Emisora.
La idea era poder publicar todo para que no se perdiera. En este sentido nos contó que existía un compromiso editorial para que pudieran ver la luz publicaciones con todas sus vivencias y recuerdos.
A Julián también se le 'reclamaba' en eventos encaminados a promover la identidad cultural de nuestra tierra, como el Día de Cantabria en Cabezón de la Sal, la Olimpiada del Tudanco y numerosas ferias ganaderas como la de San Miguel o San Lucas. Habitual también en ferias y encuentros artesanos
Julián Díaz Mier. Cabuérnigo y Camargués.
Un personaje entrañable y apreciado que se hacía querer.
La voz de un pueblo que se niega a desaparecer...
D.E.P
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