"Queremos aumentar visitas de escolares por la importancia de que conozcan su pasado reciente" dice la directora del Etnográfico (AUDIO)
- Escrito por Radio Camargo
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Unas 3000 personas han pasado este verano por el Museo Etnográfico de Cantabria situado en la Casa Natal de Pedro Velarde en Muriedas en un magnífico enclave rodeado de un jardín y árboles centenarios que invitan al sosiego. "Entre los meses de junio y septiembre se ha notado especialmente las visitas de particulares en mayor número con respecto al pasado año" así lo ha comentado ante nuestros micrófonos Amparo López Ortiz, directora de este Museo que hoy ha pasado por los estudios de Radio Camargo.
Un verano que ha sido especial por que el Museo ha sufrido diferentes obras de mejora como ya les contamos ayer en nuestro informativo con la reforma de la portalada y la actualización de la señalética que ubica a los visitantes sobre la forma de llegar a este Museo que muestra a sus visitantes cómo el hombre ha construido su conocimiento sobre el mundo en que vive y cómo han ido evolucionando sus modos de vida, sus artes, oficios y tradiciones, recuperando el bagaje material característico de la sociedad rural tradicional de Cantabria.
El boca a boca de sus visitantes atrae cada vez más a vecinos de la región y zonas limítrofes a este espacio que permite realizar un viaje en el tiempo para conocer los oficios tradicionales, el trabajo del herrero, el hilado de la lana, los instrumentos de música y folclore o los modos de vida pastoril o los objetos vinculados al campo. Amparo López Ortiz , su directora, lo ha explicado así ante nuestros micrófonos "los visitantes se informan del museo a través de internet pero sobre todo hace mucho el boca a boca, gente que les ha recomendado acudir o incluso familias que ya lo conocen y que vienen acompañados de otras personas"
En relación a las visitas esperan potenciar a lo largo de este curso las de grupos de escolares de la región ya que suele ser más habitual visitar el Museo de Prehistoria y "este puede ser un fantástico complemento para la educación de los más pequeños ya que pueden aprender la historia de nuestros predecesores y la de un pasado más reciente también que tiene que ver con la historia muchas veces de sus abuelos y familiares".
El trabajo en el Etnográfico de Muriedas es mucho más amplio que el de atender a los visitantes ya que se dedican además a restaurar numerosos objetos procedentes de donaciones como la que acaban de recibir de los fondos de los Torreones de Cartes, se trata de piezas de silleria que corresponden a los primeros muebles que fueron elaborados ya mediante fabricación industrial.
PIEZA DEL MES DE OCTUBRE
Desde este Museo de Muriedas habitualmente ponen en valor cada mes una pieza que alberga sus instalaciones para dar a conocer su historia. En esta ocasión se trata de un reloj Comtoise, también llamado Morez o Morbier que aunque dejó de marcar las horas, el paso del tiempo le ha convertido en una valiosa pieza.
La historia de este modelo de reloj se remonta al siglo XVII en la región francesa de Franche-Comté de donde le viene el nombre de Comtoise. También se le conoce como Morez o Morbier, por ser en estos dos lugares de donde salieron la mayoría de la producción de estos relojes. Su fabricación se mantuvo hasta los años treinta del siglo XX, disminuyendo lentamente hasta desaparecer en 1939, año en el que la casa G. Jobez de Morez vendió sus últimos ejemplares.
La fabricación de este rústico y funcional reloj se haya ligado a los campesinos del lugar que, aprovechando los largos inviernos de escasa labor en el campo, se dedicaron a otras ocupaciones, entre ellas la de relojero. Abasteciéndose de las piezas necesarias, terminaban estas máquinas de precisión en sus hogares, encargándose de la construcción del movimiento completo: la jaula, las ruedas, el dial, la esfera, etc. Algunas son las imágenes que nos han llegado de estos hombres cargando a sus espaldas unas cuantas de estas máquinas para iniciar una complicada travesía hasta los puntos de distribución y venta. Ciertos aspectos cambiarían con la llegada del ferrocarril en 1850, destacando la sustitución de los péndulos de tira plegable que facilitaban el transporte ambulante, por péndulos rígidos, evolucionando y decorándose con grandes planchas de metal que, como las esferas, se embellecían y policromaban.
Son infinidad las variantes que podemos encontrar de un Morez. Desde su origen, su aspecto y sistema mecánico ha ido modificándose acorde a las innovaciones y gustos. El que se expone como pieza del mes presenta carátula de latón estampado en una pieza, concentrando en el frontón una decoración que puede simular la cola abierta de un pavo real. Las primeras carátulas de latón estampado de estas características se remontan al 1815, siendo de dos piezas hasta 1850. Hasta entonces su aspecto presentaba mayor sencillez, contando con un frontón de latón o de estaño recortado. Normalmente las carátulas de latón en dos piezas presentan el péndulo en la parte trasera, sin embargo, es posible encontrar la combinación de estas carátulas con el péndulo en la parte delantera, coexistiendo, durante algún tiempo, ambas características. El ejemplar que presentamos aun conserva la policromía original, pues hay que tener en cuenta que, aunque muchos la han perdido, los relojes Comtoise iban pintados con profusos colores.
La esfera, esmaltada de una sola pieza, presenta las huellas lógicas del paso del tiempo. En ella se indican las horas con números romanos y los días con cifras arábigas, marcando solo los impares para permitir la claridad en su lectura. Los números arábigos de la minutaría ya no se muestran en este modelo, elemento del que, desde 1830, se va prescindiendo. Un detalle importante que no debemos dejar pasar, es la inscripción que este modelo hace gala en la mitad superior de su esfera. Aquí podemos leer, EL MOVIMIENTO / Relojería de OCEJO, haciendo referencia al nombre del comerciante. Las bocallaves para introducir la llave de la cuerda, aparecen entre el VII y el VIII y entre el V y el III.
Son dos las agujas horarias de latón cincelado que, sobre un disco de metal central numerado del 1 al 12, correspondiente al selector de horas para el despertador, marcan esa escurridiza realidad llamada tiempo. Una tercera aguja de menor tamaño y mayor simplicidad marca los días del mes. La presencia de las dos agujas horarias se colocan ya desde 1730; con anterioridad a esta época sólo una única aguja marcaba las horas.
La versatilidad y el tamaño de estos relojes hicieron que se convirtiesen en piezas con cierto valor y es fácil que se encontrasen en diversidad de contextos y espacios. He aquí el reloj (CLICKA SOBRE LA IMAGEN PARA AMPLIAR Y VER ADECUADAMENTE EL OBJETO PROTAGONISTA):
NOTA: PUEDES AMPLIAR ESTA NOTICIA ESCUCHANDO Y/O DESCARGANDO LA ENTREVISTA REALIZADA POR SONIA ORTIZ A LA DIRECTORA DEL MUSEO ETNOGRÁFICO DE MURIEDAS, AMPARO LÓPEZ ORTIZ. SE ENCUENTRA EN LA SECCIÓN DE 'PODCAST' DE NUESTRA WEB (ARRIBA A LA DERECHA).
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