Una trébede procedente de Tudanca, pieza del mes de Enero en el Museo Etnográfico de Cantabria en Muriedas
- Escrito por Radio Camargo
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Una trébede de hierro procedente de Tudanca, pieza del mes de Enero en el Museo Etnográfico de Cantabria en Muriedas. Sus dimensiones son de 28 cm altura, 49 cm longitud, 18,7 cm diámetro.
Se trata de un soporte para soportar pucheros, cazos o sartenes sobre la lumbre constituido por un aro o corona con tres radios, dos de los cuales se curvan lateralmente en forma de garfios que se corresponden con los pies verticales, mientras el tercero se prolonga al exterior del aro por un largo vástago horizontal que se dobla en su extremo para formar el tercer pie de la trébede.
Este vástago, presenta una varilla vertical corrediza llamada horquílla decorada en forma de espiral, que recuerda las formas características de las columnas salomónicas, y que termina en forma de "U", cuya función es la de apoyar los mangos de las sartenes o cazos.
La cocina era y aún lo sigue siendo en muchos hogares, el centro de la vida doméstica; en la cocina se nacía y se moría, se "cocía todo" y en torno a su fuego giraba todo un mundo donde la tradición oral, adquiría especial relevancia en las largas noches de invierno. Un fuego que, además de proporcionar luz y calor, servía para elaborar los alimentos.
Alrededor del hogar, se muestra todo el ajuar de la cocina utilizado en la preparación de la comida y en el acondicionamiento y aprovechamiento de la lumbre, como es el caso de la trébede, objeto de hierro sencillo y funcional, duradero y resistente, que servía para sostener, las ollas, pucheros, sartenes, cazos..., empleados para hacer y calentar la comida, de manera que quedaran bien sujetos, evitando que cayeran a las brasas, aunque en ocasiones y a falta de trébede, se cocinara directamente sobre las mismas.
Los útiles de cocina apenas sufrieron cambios hasta mediados del siglo XX, puesto que los objetos permanecieron ajustados a la precaria economía de la sociedad rural tradicional. La trébede, de manufactura artesanal y presente en todas las casas, tanto de señores como de campesinos, resulta un claro ejemplo de simplicidad y eficacia. Consistía en un aro de hierro con tres patas; en el hueco formado, se encajaba el cacharro que se quería poner sobre el fuego. El empleo del hierro, material que junto con la madera eran los más habituales, resistentes y duraderos, permitía alcanzar la temperatura para el cocinado de los alimentos. La pieza que se presenta este mes es una adaptación utilizada para sartenes.
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