Menu

Una rueca de madera de avellano procedente de Liébana, pieza del mes del Museo Etnográfico de Cantabria en Muriedas

Una rueca de madera de avellano procedente de Liébana, pieza del mes del Museo Etnográfico de Cantabria en Muriedas

Una rueca de madera de avellano procedente de la Vega de Liébana datada en la primera mitad del siglo XX es la pieza del mes elegida en febrero por el Museo Etnográfico de Cantabria, casa natal de Pedro Velarde. Se trata de una vara delgada con un rocadero formado por dos cortes longitudinales y perpendiculares entre sí. El extremo más próximo al rocadero está decorado con seis muescas realizadas a punta de navaja.  

El hilado que se hacía con el huso y la rueca, ha sido un trabajo exclusivamente femenino desde tiempos remotos y en su proceso, los instrumentos y las técnicas empleadas, apenas han sufrido modificaciones hasta mediados del siglo XX. 

La producción textil, ha sido hasta hace poco tiempo, una actividad habitual dentro del ámbito doméstico con la que se obtenía el hilo para la elaboración de tejidos que iban a satisfacer las necesidades básicas de indumentaria, para la casa y para los distintos elementos de uso agropecuario. En Cantabria se han cultivado el lino y el cáñamo, este último en la zona oriental de la región (Ramales, Arredondo, Soba y Ruesga). Para la elaboración de tejidos de origen animal, se empleó básicamente la lana proporcionada por las ovejas.

No podemos hablar del hilado, sin olvidar la importancia que tuvo esta práctica en la transmisión oral de cuentos, romances, trovas, costumbres al propiciar las reuniones de vecinos durante las largas noches de invierno; la hila o la jila, como se llamaban a estas reuniones, además de favorecer esta difusión de conocimientos y prácticas, fomentó las relaciones sociales, los enlaces matrimoniales y, en definitiva, contribuyó a las colaboraciones vecinales.

Amparo López Directora del Museo Etnográfico de Muriedas se refiere a esta pieza "husos y ruecas han acompañada a la mujer en su transcurrir diario; hilaba mientras cuidaba del ganado, mientras caminaba o mientras descansaba en algún rato libre sentada al sol, siempre con el afán de no perder el tiempo.  Hilaban sentadas, andando y de pie".

El procedimiento de hiladura más antiguo en Cantabria, era el que utilizaba el huso manual  como instrumento para la torsión, al que solía acompañar la rueca, pieza a la que dedica el Museo este mes.

La rueca va a ser la pieza que sirve de soporte del copo de fibras que se van a hilar. Consiste en un largo palo con una longitud que oscila entre los 80 cm. a 1 metro, con un grosor de 1 o 2 cm. En uno de sus extremos presenta un ensanchamiento que tiene por finalidad evitar que el copo de fibras se caiga.  En Cantabria, este ensanchamiento, que puede ser de diversos tipos, recibe comúnmente los nombres de rocadero, roquero o roquil, aunque las dos primeras acepciones las dejamos en esta ocasión, para denominar a la caperuza con la que se sujeta el copo a la rueca.

La rueca que nos ocupa presenta una de las de las formas de roquil más común en Cantabria, conseguida por dos incisiones, longitudinales y perpendiculares entre sí, realizadas cuando todavía la vara está verde.

¡ATENCION!

Aviso legal. Todos los derechos de propiedad intelectual e industrial reservados. Está expresamente prohibida la redistribución y redifusión de todo o parte de los contenidos informativos publicados en esta WEB por Radio Camargo, sin previo y expreso consentimiento del titular.

 

Modificado por última vez enLunes, 09 Febrero 2015 11:07
volver arriba

Cantabria

Nacional

Internacional