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Un escriño, objeto de cestería de Valdeprado del Río, pieza del mes de Abril en el Museo Etnográfico de Muriedas(AUDIO)

Un escriño, objeto de cestería de Valdeprado del Río, pieza del mes de Abril en el Museo Etnográfico de Muriedas(AUDIO)

Un escriño, recipiente de cestería procedente de Valdeprado del Río, ha sido elegido como pieza del mes de Abril por el Museo Etnográfico de Cantabria ubicado en Muriedas. Un objeto que ha desempeñado un papel esencial en la cocina y la despensa y que consiste en un cesto grande de paja y mimbre, de forma globular y con una tapa que debe ajustar a la perfección. Para su elaboración se ha empleado una de las técnicas más antiguas, la cestería en espiral, que se aplica a materiales finos y muy moldeables. Unos aspectos que hoy ha comentado en Radio Camargo la directora del Museo Etnográfico de Cantabria Amparo López. 

El escriño es un recipiente magnífico para conservar la harina, el grano, legumbres, patatas y toda una gran variedad de alimentos, en las mejores condiciones posibles de humedad y ventilación y, además, fuera del alcance de roedores e insectos. Mantener los escasos alimentos cosechados en las mejores condiciones posibles era vital para la subsistencia de la unidad familiar en la sociedad rural tradicional de Cantabria. Si a esto añadimos que con la llegada del invierno, los caminos se hacían impracticables y las comunicaciones se veían continuamente interrumpidas se puede entender la importancia de tener convenientemente almacenados los productos. 

El tejido manual de las fibras vegetales es una actividad ya documentada en la Península Ibérica en las pinturas rupestres levantinas. Mucho antes, para los grupos de cazadores - recolectores nómadas, tuvo que ser fundamental para su subsistencia, disponer de recipientes (pieles de animales y materiales vegetales entrelazados), con los que transportar y conservar los frutos del bosque hasta el campamento del grupo.

Situándonos en épocas más recientes, dicen desde el Etnográfico, el oficio de la cestería ha sido considerado tan humilde y sencillo, que apenas ha recibido atención fuera de la etnografía y la antropología. La explicación puede encontrarse en que la confección de esos objetos, se destinaba a satisfacer las necesidades más inmediatas y cotidianas de las gentes, principalmente  del campo y de la mar, buscando la funcionalidad y dejando la estética a un lado. Con la introducción del plástico, más resistente y barato, la cestería quedará relegada a trabajos artesanales de carácter ornamental.  

Cada comunidad de individuos, se ha visto obligada a aprovechar y explotar los recursos que el medio le ofrece. El clima lluvioso y húmedo de Cantabria, ha hecho posible que contemos con una gran variedad de árboles que han proporcionado a artesanos y campesinos, diversidad de maderas para hacer los cestos más adecuados en función del uso al que estuvieran destinados. Avellanos, castaños, robles, fresnos, cerezos, han posibilitado la confección de una ilimitada tipología de cestos. También los tallos de los cereales, especialmente en las zonas del interior de la región, han servido para la elaboración de un sinfín de utensilios de cestería, destacando entre ellos el escriño por sus buenas condiciones para la conservación y el almacenamiento de los alimentos puesto que el centeno en el que suelen estar confeccionados "mantiene un perfecto equilibrio entre la ventilación y la retención de humedad".

NOTA: Puedes escuchar la entrevista realizada por Sonia Ortiz Solar a la Directora del Museo Etnográfico de Cantabria en Muriedas Amparo López.

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Modificado por última vez enViernes, 10 Abril 2015 11:06
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